Taqwa (Piedad)
Taqwa procede de wiqaya que significa poderosa defensa propia y evitar algo. Los sufíes lo definen como protegerse del castigo de Dios cumpliendo Sus órdenes y respetando Sus prohibiciones. Además de sus significados literales y técnicos, descubrimos que, en los libros religiosos, los significados de piedad y temor se usan indistintamente. Lo cierto es que taqwa es un término integral que denota el estricto cumplimiento, por parte del creyente, de los mandatos de la Shari’a y de las leyes Divinas de la naturaleza y de la vida.[1] Este tipo de persona trata de refugiarse en Dios de Su castigo, evita las acciones que llevan al Fuego del Infierno y realiza aquellas que conducen al Paraíso. El creyente purifica todos sus sentidos internos y externos de los pensamientos, creencias y acciones que signifiquen o sugieran asociar algo con Dios, y evita imitar las formas de vida y opiniones de los incrédulos. En su significado integral, taqwa es la medida única y superior de la valía y nobleza de la persona: «Sin duda el más noble, el más honorable de vosotros ante Dios es aquél que es el mejor en la piedad, la rectitud y la reverencia hacia Dios» (49: 13).
El concepto —e incluso la palabra en sí— de taqwa es algo que pertenece en exclusiva al Corán y al sistema religioso del Islam. Su significado integrador abarca lo espiritual y lo material; sus raíces están asentadas en este mundo mientras que sus ramas, hojas, flores y frutos pertenecen a la Otra Vida. No es posible comprender el Corán sin tener presente el significado o contenido del concepto fascinante y maravilloso de taqwa, y no se podrá ser un muttaqi (piadoso) si no se siguen con conciencia y perseverancia las prácticas y conceptos expuestos en el Corán.
Ya desde el comienzo el Corán abre sus puertas a los piadosos: «Éste es el Libro: no hay duda alguna (sobre su Autoría Divina). Una guía perfecta para aquellos piadosos devotos, que cumplen su deber con Dios.» (2: 2); y llama a la gente para que viva según lo que contiene para que así pueda ser piadosa: «¡Oh seres humanos! Venerad a vuestro Señor que os ha creado así como a los que os precedieron, tal vez así adquiráis reverente piedad hacia Él y Su protección» (2: 21).
El acto más apreciado a los ojos de Dios es la piedad (taqwa), Sus siervos más purificados son los piadosos y el mensaje incomparable que Él les dirige es Su Corán. Los piadosos tienen el Corán en este mundo; en la Otra Vida disfrutan de la visión y de la complacencia de Dios. El deleite que se siente en la conciencia y en el espíritu es otro regalo de la piedad y, a fin de enfatizar su importancia, el Todopoderoso dice: «¡Oh vosotros que creéis! Apartaos de la desobediencia a Dios con la piedad devota, con toda la reverencia que Le es debida y no muráis sin ser musulmanes» (3: 102).
La piedad, que consiste en cumplir de forma consciente con el bien y evitar el mal, impide que las personas caigan en lo más bajo y hace que avancen por el camino que lleva a lo más alto. Este es el motivo de que aquel que ha conseguido ser piadoso haya encontrado la fuente de todo bien y de toda bendición. Las palabras siguientes atestiguan este hecho:
Aquel a quien Dios ha concedido la religión y la piedad,
Ha logrado sus objetivos en este mundo y en el Otro.
Quien sea un héroe de Dios y sea además piadoso,
Será próspero y guiado con la verdad, nunca desgraciado.
Pero el que da la espalda a la piedad,
Tendrá una existencia llena de vergüenza y desgracias.
El que no está vivo con respecto a la Verdad no está vivo en absoluto;
Sólo está vivo aquel que ha encontrado un camino hacia Dios.[2]
La piedad es un tesoro inestimable, la joya incomparable de un tesoro de piedras preciosas de gran valor, una llave misteriosa que abre todas las puertas de la virtud y una montura para el camino hacia el Paraíso. Su valor es tan elevado que, entre otra serie de cualidades que dan la vida, el Corán la menciona 150 veces, pareciendo cada una de ellas un rayo de luz que inunda nuestras mentes y nuestros espíritus.
En su significado más general, taqwa denota ser delicado con los mandatos de la Shari’a y apartarse de los actos que nos privan de la recompensa Divina y merecen el castigo de Dios. El versículo: «Aquellos que evitan los pecados graves y los actos indecentes y vergonzosos (42: 37) indica un aspecto de esta virtud religiosa fundamental. El versículo: «aquellos que creen y llevan a cabo actos buenos y rectos» (10: 9) habla del otro aspecto. El cumplimiento estricto de los deberes religiosos obligatorios y el apartarse de los pecados principales son los dos fundamentos necesarios y complementarios de la taqwa. En lo que se refiere a las transgresiones de tipo menor, las que el Corán llama lamam («agravios menores») hay muchas Tradiciones proféticas que advierten tener cuidado con ellas; una de estas Tradiciones dice: «El siervo no podrá ser piadoso hasta que no se abstenga de una serie de cosas permitidas por temor a hacer otras más peligrosas.[3]
La sinceridad perfecta o la pureza de intención pueden conseguirse evitando todo aquello que sugiera asociar algo a Dios; la piedad perfecta se logra evitando todas las acciones dudosas o arriesgadas. Según el dicho del Profeta: «Lo permitido está claro y lo prohibido también lo está. Entre estos dos, hay cosas que la mayoría de la gente no sabe si son permitidas o están prohibidas.»[4], una vida verdaderamente correcta y espiritual depende de ser cautelosos antes las cuestiones dudosas. El hadiz que se acaba de mencionar indica que el Legislador de la Shari’a ha explicado con toda claridad y en términos generales lo que está permitido y lo que está prohibido. No obstante, como hay muchas cosas que no están claramente permitidas o prohibidas, sólo tendrán una vida verdaderamente religiosa aquellos que eviten esas cosas dudosas. Utilizando un símil con el que continúa el hadiz, el príncipe de los dos mundos, la paz y las bendiciones sean con él, dijo:
El que hace cosas dudosas es posible que cometa actos prohibidos, tan posible como que el rebaño del pastor que pace cerca de un campo que pertenece a otro acabe entrando en el mismo. Habéis de saber que cada rey tiene una zona exclusiva que está bajo su protección; el área exclusiva de Dios son las cosas prohibidas. Sabed también que en el cuerpo hay un trozo de carne. Si está sano, todo el cuerpo estará sano; pero si está enfermo, el cuerpo entero también lo estará. ¡Tened cuidado! Ese trozo de carne es el corazón.
Si nos basamos en este principio básico para lograr una vida espiritual sana, la piedad perfecta puede lograrse evitando las cosas dudosas y las transgresiones menores. No obstante, para poder actuar de esta manera es necesario conocer lo permitido y lo prohibido y tener un cierto grado de conocimiento de Dios. En los dos versículos siguientes podemos encontrar la combinación entre piedad y conocimiento: «Sin duda el más noble, el más honorable de vosotros ante Dios es aquél que es el mejor en la piedad, la rectitud y la reverencia hacia Dios» (49: 13); y: «De todos Sus siervos, solamente aquellos que poseen el verdadero conocimiento tienen temor reverencial a Dios» (35: 28). La piedad conlleva honor y nobleza, y el conocimiento hace que se tema y se venere a Dios. Los que combinan piedad y conocimiento en sus corazones aparecen mencionados en el Corán como aquellos que superan la prueba de la piedad: «…son aquellos cuyos corazones Dios ha puesto a prueba y examinado para la piedad y la veneración a Él» (49: 3).
En el contexto de la adoración y la obediencia, piedad significa pureza de corazón, profundidad espiritual y sinceridad. En el contexto de evitar lo prohibido, significa estar decidido a no hacer transgresiones y a rehuir las cosas dudosas. Por este motivo, cada uno de los siguientes puntos puede ser considerado como un aspecto de la piedad. El siervo debe:
- Buscar exclusivamente el beneplácito y la complacencia de Dios y no permitir que su corazón se entregue a lo que no sea Él.
- Respetar todos los mandatos de la Shari’a.
- Hacer todo lo necesario para lograr el objetivo y estar convencido de que sólo Dios creará el resultado. En consecuencia, no se puede ser un fatalista (el que niega el libre albedrío del género humano y deja de hacer lo necesario para obtener un resultado determinado o tomar las medidas oportunas frente a cualquier desgracia o derrota), o un racionalista puro o positivista (Mu‘tazili) que se atribuye a sí mismo todas las acciones y logros humanos y niega la participación de Dios en todos ellos.
- Permanecer alerta ante lo que pueda apartarle de Dios.
- Permanecer alerta ante los placeres carnales que puedan llevarle al ámbito de lo prohibido.
- Atribuir a Dios los logros materiales y espirituales.
- No pensar que se es mejor que los demás.
- No buscar otra cosa que no sea Dios y que no sea Su complacencia.
- Seguir al guía de toda la humanidad, el profeta Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él, sin condición ni reserva alguna.
- Renovar y controlar sin descanso la vida espiritual estudiando y reflexionando sobre los actos y creaciones de Dios, además de sobre Sus leyes en la naturaleza y en la vida.
- Recordar la muerte y vivir con la conciencia de que ésta le puede sobrevenir en cualquier momento.
En conclusión: taqwa es el agua celestial de la vida, y el muttaqi (piadoso) es el afortunado que la ha encontrado. Son solo unos pocos los que han conseguido esta bendición. Un poeta dijo:
Dios Todopoderoso dice: «Los más grandes de entre vosotros son los piadosos.
La última morada de los piadosos será el Paraíso y su bebida el kawzar».
¡Dios nuestro! Haz que formemos parte de Tus siervos sinceros en la creencia y la práctica de la religión, de los que tienen sinceridad perfecta y son piadosos. Y concede paz y bendiciones a nuestro maestro Muhammad, el adalid de los piadosos, y a sus Compañeros distinguidos con la certeza de la creencia.
[1] «Dios posee dos conjuntos de leyes: uno de los conjuntos son las leyes “religiosas” (que incluyen los pilares de la fe y principios de la veneración y moralidad) que gobiernan la vida humana individual y social; el otro conjunto son las leyes Divinas de la creación y del funcionamiento del Universo estudiado por las ciencias naturales (que equivocadamente llamamos “leyes de la naturaleza”). La protección de Dios depende de que se actúe de acuerdo con ambas leyes. La recompensa de actuar o no de acuerdo con el primer conjunto se da en el Más Allá, mientras que la recompensa por actuar de acuerdo con el segundo se otorga en esta vida.» Véase Ali Unal, El Sagrado Corán y Su Interpretación Comentada, Editorial La Fuente, Nueva Jersey, 2009, pág. 12. (Nota del editor)
[2] Mahmud Shabistari, Gulshan-i Raz («El Jardín de las Rosas»).
[3] at-Tirmizi, «Sifatu’l-Qiyama», 19; Ibn Maya, «Zuhd», 24.
[4] Al-Bujari, «Iman», 39; Muslim, «Musaqat», 107.
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