Las Generaciones de la Esperanza – II
Que podamos experimentar una nueva resurrección nacional depende de unas docenas de héroes que serán la vida de nuestros cuerpos y la sangre de nuestras venas, unas docenas de héroes que habrán alcanzado las luces de la verdad más allá del horizonte del conocimiento, que habrán controlado y disciplinado las exigencias y los deseos de sus cuerpos, reduciéndolas tan sólo a las meras necesidades básicas. Estos héroes sentirán siempre en sus conciencias que están siendo llamados hacia Dios en una trascendente armonía. Siempre comunicarán Su mensaje, sollozando con entusiasmo, hablando con palabras y voces carentes de forma. Respirarán con Él.
Ya que estos héroes se han sometido voluntariamente a la verdad desde sus comienzos, nunca serán siervos o esclavos de los deseos desordenados, de las obras y las relaciones sociales. Son conscientes de la servidumbre a Dios con humildad y actúan continuamente observando y comprendiendo la eternidad en todos sus actos. Dirigirán su vida bajo una lluvia de inspiraciones divinas. Al volverse hacia las puertas de otros dones divinos forzándolas en cada inspiración, sentirán la diferencia porque están siendo bendecidos haciendo que uno se convierta en miles, y saborearán en todo episodio de extinción las delicias, goces y placeres de la eternidad.
Las aventuras de las vidas de estos héroes se renovarán en el marco de la fe, del conocimiento, el afecto, el amor y los placeres espirituales. Los horizontes de sus pensamientos se elevarán sobre la vastedad que separa lo perecedero de lo eterno. Su capital es el conocimiento y la fe, su base, el Dueño de la Fuerza Infinita, y su camino, el de todos los rectos siervos de la Verdad que hasta hoy hayan vivido. Van hacia adelante, confiando en el invencible poder de la religión, y con la sorpresa de los favores de Dios en la guía del Profeta hacia la eternidad. Así perecerá y se hundirá en un pozo infinito de antinaturalidad, un período de apostasía, incredulidad y ateísmo.
Así como la humanidad jamás ha vivido sin fe ni conocimiento en ningún período de su historia, tampoco las civilizaciones han vivido sin lugares de culto a Dios. Aunque, al ensombrecer su horizonte con sus propias manos, la humanidad haya caído de vez en cuando en los pozos de la incredulidad y la ignorancia, se ha levantado de cada caída de modo más consistente, significativo, rápido y digno, sintiendo más profundamente en su conciencia el vínculo con el Creador. Por eso, vivir en un vacío de la civilización al respecto a los lugares de culto, y a Dios, y a la humanidad, respecto a la fe y al conocimiento, ha sido siempre un estado temporal, y así lo seguirá siendo siempre. Hasta el día del Juicio Final y la destrucción de los mundos, la idea de lugares de culto y la idea de Dios jamás podrán ser erradicadas de los corazones de la humanidad. Los seres humanos jamás serán completamente arrancados de su Creador. Las conciencias están fundamentalmente abiertas a Dios. Por lo tanto, el oscurecimiento temporal de su horizonte será como un eclipse. La luz sucederá a la oscuridad y el amanecer seguirá a la puesta de sol. Y cuando llegue el momento oportuno, el tiempo y todo lo que con él está vinculado será puesto en marcha, en su curso y órbita acordados, por los irresistibles y preestablecidos decretos de Dios en la eternidad.
En todo el mundo, las generaciones actuales están buscando su propia esencia, la vida de su conciencia y el Paraíso que una vez perdieron. Esta inclinación, llevada incluso hasta ese punto, será suficiente para que encuentren a su héroe y lleguen a la línea de la Verdad. Una vez que sus conciencias estén en el curso de su naturaleza y disposición, Dios será percibido en todo lo que les llegue a través de sus sentidos internos.
Por otra parte, el ateísmo, que arranca las cosas del espíritu y de la esencia que las contiene y las utiliza en su propio beneficio —deseos, ambiciones y fantasías—, ha comenzado a ser golpeado por sus propias inconsistencias e incluso a desintegrarse. Durante este tiempo, los espíritus que han estado buscando su propia verdad han alcanzado la fase de descubrimiento de su propia esencia. Por supuesto, de esta manera, la gente perderá su interés por las cosas vulgares. Sentirán su incapacidad, debilidad e impotencia como punto de referencia en sus corazones, y percibirán así el punto de apoyo y de dependencia (nokta al-istinad) y el punto de ayuda y asistencia (nokta al-istimdad) en las profundidades de sus conciencias. Por lo tanto, sus naturalezas mostrarán lo extraordinario, su fuerza de voluntad les rescatará de su estrechez, y así se volverán hacia la voluntad y los mandamientos de Dios, el Infinito, el Eterno.
Una vez más, en este proceso, la fe y la firmeza, que constituyen la principal dinámica espiritual del éxito, harán que todos logren alcanzar su poder espiritual respecto a los secretos divinos. Este poder motivará a su esperanza y a su fuerza de voluntad, eliminará su desorden y sus contradicciones, les ayudará a cruzar los puentes que les llevarán a ser ellos mismos y, por consiguiente, les permitirá llegar a Dios.
Para la mayoría de los seres humanos, la forma más rápida, corta, segura y precisa de alcanzar la verdad es el camino de la fe, que está constituido de conocimiento espiritual y científico. El alma siempre ha alcanzado sus logros y victorias más alucinantes de esta manera. Allí donde la fe no se alimenta con conocimiento, la coacción sustituye a la verdad y a la ley e, inevitablemente, nos encontramos con la fuerza bruta y la intimidación. En virtud de estas condiciones, se recurre a menudo a las armas, el dinero manda, sólo el ingenio veloz hace oír su voz y la hipocresía se convierte en la cualidad más deseada y codiciada. En un entorno así es imposible llegar al espíritu o a la esencia de la creación, o a observar lo que se halla tras él.
Por otra parte, nuestra verdad está estrechamente relacionada con el espíritu de lo infinito. Para sentir esta relación y percibir lo que esta relación promete, nosotros, como nación, tenemos que sacrificarnos mucho. No es posible hablar de dicha relación o conexión a menos que sacrifiquemos nuestros placeres individuales y nuestra felicidad, nuestras comodidades mundanas y nuestras relaciones, rangos, posiciones y títulos, e incluso nuestros sentimientos y ambiciones de alcanzar una prosperidad espiritual. Si esta relación y conexión se realizan, el mundo de mañana será un mundo brillante y luminoso en el que Dios será considerado como el Altísimo, en el que se hará de la verdad una corona debidamente respetada y en el que el interés por el poder y el egoísmo será visto como un deshonor y una desgracia.
Sentimos que hemos estado caminando hacia un mundo luminoso durante años. No nos ocupamos ni de la búsqueda de signos y síntomas de la esperada alborada ni de escudriñar mágicos números y fechas de misteriosos acontecimientos futuros. Evaluando todo aquello que la aguja de la brújula de nuestras almas señala bajo la dirección y el liderazgo de las realidades divinas, trataremos de relacionarnos y conectarnos con la Voluntad Divina a través de nuestra propia fuerza de voluntad. Seremos como esos héroes que gastaron todo lo que tenían en este camino. Vamos a utilizar, gastar y sacrificar nuestra propia vida y nuestra riqueza. Vamos a seguir caminando en esta senda hasta que nos reunamos con la Voluntad Divina y con aquello que presenta y promete.
Todas y cada una de las personas que tengan un sentido serio de responsabilidad individual dirán: «Tengo que hacerlo yo mismo. Si no lo hago ahora, en la medida que pueda, entonces, probablemente, nadie lo hará». Y correrán raudos al primero que lo haga y levante alto el estandarte. Lo harán sin competitividad, sin celos ni envidia, sin obstaculizar ni preocupar a los otros, ofreciéndoles oportunidades para que progresen. Durante el período de tinieblas en que hemos vivido, algunas de las cosas que hicimos, a sabiendas o no, han empañado nuestros corazones y han arruinado nuestros espíritus. Una gran mayoría de nuestra gente no ha sido capaz de levantarse o librarse, por lo que no han podido despertar a la luz de la verdad de sus propias esencias. No alcanzaron ni adquirieron la dinámica espiritual que expresa vitalidad, que es como el agua, el aire y el poder de crecimiento vegetal necesario para nuestro renacimiento y resurrección. Al menos hoy en día, en lugar de buscar como una hiedra algo diferente a nosotros a lo que podamos aferrarnos para erguirnos y sobrevivir, podemos sacar nuestro poder potencial con todas sus relaciones y vínculos con el más allá y los reinos superiores, confiando en Él y caminando hacia Él.
Llegar a ese punto donde se puede ver, escuchar, sostener y llevarlo todo, y evaluar con un razonamiento abierto a la inspiración, depende de la revisión y renovación de ese poder potencial y de esa conexión. En resumen, nunca se buscan el espíritu y la esencia que te llevan a una existencia fuera de ti mismo. Inclina la cabeza, escucha tu conciencia y, utilizando tu esencia, tu ser empezará a viajar en dirección a su propia esencia existencial.
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