La religión
Desde que apareció en la Tierra, la humanidad ha encontrado la paz verdadera y la felicidad en la religión. Como es imposible hablar de la moralidad y la virtud donde la gente no practica la verdadera religión, es también difícil imaginarse la verdadera felicidad, pues la moralidad y la virtud se originan en una conciencia buena y limpia de todo mal. La religión es lo que permite que la conciencia de cada uno sea benévola y clara porque es la conexión entre la humanidad y Allah.
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La religión es la mejor escuela, una santa institución fundada para inculcar a la gente los buenos valores morales. Está abierta a todos, desde el más joven al más viejo. Sólo aquellos que asistan a ella lograrán la paz, la satisfacción y la libertad. En cambio, los que no tienen religión no pueden salvarse a sí mismos de perderlo todo, incluso su verdadera identidad.
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La religión es la colección de principios divinos que guían a la gente hacia lo correcto no mediante la fuerza sino por su propia voluntad. Todos los principios que aseguran nuestro progreso espiritual y material así como nuestra felicidad en ambos mundos, se encuentran en la religión.
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La religión significa el reconocimiento de Allah en Su Unidad absoluta y trascendental; la adquisición de la pureza espiritual al actuar según Su manera de actuar, la organización de relaciones en Su nombre y de acuerdo a Sus mandamientos, sintiendo un profundo interés en toda la creación y amor hacia toda ella gracias a Él.
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Tarde o temprano los que no reconocen la religión llegarán a detestar altos valores, tales como la castidad, el patriotismo y el amor a la humanidad.
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La inmoralidad es una enfermedad causada por la ausencia de la religión y la anarquía es producto de similar carencia.
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¿No tienen los ateos, que entregan sus vidas a arremeter contra la religión, alguna obligación de demostrar los beneficios -si es que los hay- y las buenas consecuencias -si es que las hay- del ateísmo?
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La religión y la ciencia son dos caras de una misma verdad. La religión nos guía al camino verdadero que conduce a la felicidad. La ciencia, cuando se comprende y se usa apropiadamente, es como una antorcha que nos proporciona una luz para seguir el mismo camino.
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Todas las bellas "flores" de las virtudes loables se cultivan en los "jardines" de la religión, como también lo son las más ilustres "frutas" del árbol de la creación, tales como los Profetas, los santos y los eruditos de reconocido éxito. Aunque los ateos los ignoren intencionadamente, no importa cuanto se esfuercen, no podrán quitarlos de los corazones de los pueblos ni de las páginas de los libros.
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Nada en la verdadera religión es contrario al pensamiento juicioso, al sentido común y al conocimiento. Por lo tanto la religión verdadera no puede ser criticada desde ningún punto de vista racional. Los que no aceptan la religión, o carecen de pensamiento sano y de raciocinio o tienen un concepto erróneo del conocimiento y de la ciencia.
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La religión es una inagotable y bendita fuente que cimienta la verdadera civilización. Es a través de la religión como somos elevados tan altamente en espíritu y sentimientos que entramos en contacto con los mundos metafísicos, donde se nos "alimenta" hasta la entera satisfacción con todo tipo de bellezas, virtudes y bondades.
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Las virtudes han de buscarse en la práctica de la religión. Raramente ocurre que un ateo tenga virtudes ensalzables o que una persona religiosa no tenga ninguna.
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Los hombres y las mujeres alcanzan la verdadera humanidad por medio de la religión, la cual los distingue de los animales. Para los ateos, no hay diferencia entre los seres humanos y los animales.
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La religión es el sendero establecido por Allah, mientras que el ateísmo es el camino de Satanás. Es por esto que la lucha entre la religión y el ateísmo ha existido desde los tiempos de Adán y continuará hasta el Último Día.
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