El verdadero significado y valor de la educación
La educación a través del aprendizaje y un encomiable modo de vida es un deber sublime que manifiesta el Nombre Divino Rabb (El Educador y Sustentador). Comprometiéndonos con ello nosotros obtenemos la condición de auténtica humanidad y llegamos a ser un elemento beneficioso de la sociedad.
La educación es vital para las sociedades y los individuos. El futuro de una nación depende de su juventud, cualquier persona que quiera asegurar su futuro debe esforzarse para alzar a sus niños con tanto ardor como lo hacen con otros asuntos. Una nación en la que su juventud fracasa y se abandona a influencias culturales extranjeras arriesga su identidad y está sujeta a un debilitamiento cultural y político.
Las razones para las inmoralidades observadas en la generación de hoy en día, así como la incompetencia de algunos administradores y otros problemas a lo largo y ancho de la nación, residen en las condiciones preponderantes y la elite gobernante de hace veinticinco años. Asimismo aquellos que están actualmente a cargo de la educación de la gente joven serán responsables por los vicios y virtudes que surjan en los siguientes veinticinco años. Aquellos que desean prever el futuro de una nación pueden hacerlo correctamente prestando mucha atención a la educación y proporcionándosela de la manera más correcta a su gente joven. La vida «real» es posible únicamente a través del conocimiento. De esta manera, aquellos que rechazan el aprendizaje y la enseñanza están «muertos» espiritualmente aunque permanezcan vivos, ya que fuimos creados para aprender y transmitir a otros lo que hemos aprendido.
Las decisiones correctas dependen de tener una mente equilibrada, con pleno uso de sus facultades. La ciencia y el conocimiento iluminan y desarrollan la mente. Por esta razón, una mente desprovista de ciencia y conocimiento no puede alcanzar las decisiones correctas, está siempre expuesta a la decepción y sujeta a estar desorientada.
Somos únicamente humanos auténticos si aprendemos, enseñamos e inspiramos a otros. Es difícil respetar a aquellos que son ignorantes y sin deseo alguno de aprender como verdaderos humanos. El estado y mérito adquiridos a través del conocimiento y la ciencia son más altos y más duraderos que aquellos obtenidos a través de otros medios.
El conocimiento adquirido para un propósito correcto es una fuente inextinguible de bendiciones para los que aprenden. Aquellos que poseen tal atributo son siempre apreciados por la gente como una fuente de agua fresca que sacia la sed de conocimientos y dirigen a la gente hacia bien. El conocimiento limitado a teorías vacías y parcelas del conocimiento que suscitan sospechas en las mentes y corazones oscuros es un «montón de basura» alrededor del cual las almas desesperadas y confundidas deambulan torpemente. De esta manera, la ciencia y conocimiento deben sacar a la luz la naturaleza de la humanidad y los misterios de la creación. Cualquier conocimiento, aún si es científico, es auténtico únicamente si difunde luz sobre los misterios de la naturaleza humana y las parcelas ignotas de la existencia.
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