Claridad sobre las metas y los medios
Debemos ser lo más precisos posible sobre las metas y objetivos de cualquier proyecto que emprendamos, ya que de hacerlo así, nuestros propósitos no se nos escaparán. A título personal, si no dirigimos nuestros espíritus a una meta definida, nuestros pensamientos se derrumbarán en un remolino de confusión y nos convertiremos en unos juguetes incapaces.
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Nuestro objetivo debe ser el resultado del pensamiento claro. De hecho, debemos definir claramente nuestro objetivo si no queremos perdernos en una vorágine de pensamientos. Muchas empresas ambiciosas han fracasado en su objetivo y no obtuvieron beneficio alguno dejando atrás mucho odio y rencor, porque sus metas y sus medios no estaban claros.
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Todo activista debe tener en primer y destacado lugar al Creador Exaltado y la búsqueda de su creación. Si no es así, aquello que no sea Allah puede intervenir, la falsedad se puede presentar a sí misma como la verdad y los caprichos se pueden mostrar a sí mismos como verdaderas ideas. Aunque esta tarea se lleve a cabo en el nombre de una lucha por la fe, tal inadvertencia permite que se cometan muchos abusos.
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En cuanto a labores que se emprenden en la búsqueda del beneplácito del Todopoderoso: una partícula puede valer tanto como el sol, una gota tanto como el océano, y un segundo toda una eternidad. Por lo tanto, aún si el mundo pudiera convertirse en los jardines del Paraíso contrariando la voluntad divina, el resultado final sería como la nada, completamente sin valor alguno. Es más, aquellos que sean responsables serían cuestionados sobre ello.
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La importancia de los medios e instrumentos se encuentra en la habilidad de materializar el objetivo deseado y de hacerlo con facilidad. De este modo, los medios que no conducen a que se alcance el objetivo, especialmente aquellos que impiden tal progreso, se consideran inútiles. Basándonos en esta misma lógica, el mundo puede ser un lugar maldito si desvía a las personas de su verdadero propósito en la vida, pero puede ser amado y elogiado cuando se refleja en él la gracia de los mil Nombres Gloriosos del Creador y por exhibir sus magníficas obras.
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La verdad se puede establecer y apoyar de muchas formas. El valor de tales formas es proporcional al nivel de respeto hacia El Creador, que es La Verdad, y a que las mismas nos lleven a poder discernir lo verdadero de lo falso. Si los padres educan a sus hijos correctamente, si un lugar de adoración eleva a la comunidad con pensamientos de lo eterno, si una escuela despierta la esperanza y la fe en sus alumnos, podemos decir que éstas alcanzan su propósito y, por lo tanto, que son sagradas. Si éste no es el caso, no son más que trampas diabólicas que nos desvían de la verdad. Podemos aplicar las mismas normas a los sindicatos, a los consorcios, a las instituciones políticas y a las sociedades en general.
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Los fundadores y los directores de instituciones deben recordarse a sí mismos con frecuencia el porqué fueron establecidas las mismas, para que su labor no se desvíe de su objetivo, sino que sea provechosa. Si no hacen esto, comienzan a olvidarse del propósito por el cuál se establecen hogares, albergues, escuelas y otras instituciones y de esta manera obran contra sí mismos, como a una persona que se olvida del propósito de su creación.
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El pretender un monopolio sobre las buenas ideas y el afirmar que solamente la visión de uno mismo es la correcta, son señales de dependencia absoluta hacia lo material y de la ignorancia del objetivo. ¿No son los sentimientos de rencor y odio hacia aquellos que comparten la misma creencia las mismas emociones que los sentimientos y las ideas que conducen a una falta de compromiso con el objetivo y propósito? ¡Ay de esa gente baja y auto esclavizada, que se imagina que puede gobernar el universo de acuerdo con su razonamiento corrupto!
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