La juventud
Aquellos que desean predecir el futuro de una nación pueden hacerlo muy detalladamente analizando la educación y la formación que se le da a su gente joven.
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Los deseos son como los caramelos y las virtudes como alimentos que están un poco salados o amargos. Cuando los jóvenes tienen libertad de escoger, ¿qué es lo más probable que prefieran? No obstante, es nuestra obligación enseñarles a que sean amigos de la virtud y enemigos de la indecencia y la inmoralidad.
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Hasta que ayudemos a nuestros jóvenes por medio de la educación, serán cautivos de su entorno. Vagan sin rumbo, impulsados por pasiones impetuosas, lejos del conocimiento y la razón. Se pueden convertir ciertamente en valientes jóvenes que representan el pensamiento y el sentimiento nacional sólo si su educación los integra con su pasado y los prepara inteligentemente para su futuro.
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Pensemos en la sociedad como un recipiente de cristal y en sus jóvenes como el líquido que se vierte en él. Notemos que el líquido asume la forma y el color del recipiente. Los malévolos defensores del régimen le dicen a la gente joven que les obedezca, en lugar de seguir a la verdad. ¿Es que esta gente nunca se cuestiona a sí misma? ¿No deberían ellos también obedecer a la verdad?
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El progreso o el declive de una nación dependen del espíritu, la conciencia, la crianza y la educación que se les da a los jóvenes en la misma. Las naciones que han formado correctamente a su juventud siempre están listas para progresar, mientras que para aquellas que no lo han hecho es imposible siquiera dar un paso adelante.
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Los jóvenes son los retoños del poder, la fuerza y la inteligencia. Si son adiestrados y educados debidamente, podrán convertirse en "héroes" que se sobrepongan a los obstáculos y adquieran mentes que prometen iluminación para los corazones y orden al mundo.
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