Juluq (Buena Naturaleza)
Juluq (buena naturaleza), además de significar temperamento, disposición y carácter, es un objetivo que desea el viajero por ser la dimensión más importante de la creación. A modo de resumen, esta estación significa que uno está caracterizado (investido) con las cualidades de Dios o con Su forma de actuar. (Por ejemplo, Dios es Quien Todo lo Perdona; en consecuencia, la persona debe perdonar). El que alcanza esta sagrada meta, puede hacer con facilidad todas las buenas acciones.
Las palabras jalq («creación») y juluq («naturaleza») proceden de una misma raíz. Jalq está relacionada con la forma externa o apariencia, con lo visible, lo material y con el ámbito empírico de la existencia; juluq tiene que ver con la dimensión espiritual, con el significado o el contenido. Una persona no puede ser juzgada o conocida por su apariencia externa, puesto que la identidad real está basada en el carácter, el temperamento y en la disposición natural. No importa el número de imágenes diferentes que podamos proyectar, el carácter o temperamento que tenemos siempre acabará por manifestarse. Véase cuánto sentido tienen las siguientes palabras de un poeta árabe de la Era de la Ignorancia preislámica:
Si un hombre tiene una mala cualidad,
Ésta se mostrará más tarde o más temprano;
Déjale que siga pensando que puede permanecer oculta.[1]
Dicho con otras palabras, la apariencia externa es engañosa puesto que la disposición natural de la persona elimina o corrige todos los engaños revelando así su verdadera naturaleza. Al ser posible la adquisición de una segunda naturaleza con la educación y la cultura, los moralistas dividen la naturaleza en buena y mala. En este contexto, utilizamos «naturaleza» para hablar de «buena naturaleza» (buen carácter).
La medida más precisa de una buena vida espiritual, la que el sufismo utiliza para describir o calificar a una persona, es el buen carácter. El que ha avanzado algunos pasos en el camino del buen carácter puede ser considerado como un adelantado en la vida espiritual. Aunque los milagros, las estaciones deslumbrantes y las acciones sobrehumanas pueden aceptarse cuando proceden de una buena naturaleza, en caso contrario carecen de valor alguno.
Cuando le preguntaron qué creyente era el mejor, según en qué basase su creencia, el profeta Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él, contestó: «El que tenga mejor carácter».[2] Esto es natural porque Dios alaba y consuela a Su siervo más distinguido, el profeta Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él, no con Sus favores extraordinarios, sino con virtudes encomiables y cualidades loables, como cuando le dice: «No cabe duda de que eres de un carácter sublime y actúas por medio de un patrón sublime de conducta» (68: 4). Su carácter era el objetivo y el fruto de su creación. Como la conducta del Profeta encarnaba el Islam y el Corán, cuando Sa‘d ibn Hisham preguntó a su esposa ‘A’isha, que Dios esté complacido con ella, por la conducta del Profeta, la respuesta fue: «¿Acaso no leéis el Corán? Su conducta era (la encarnación de) el Corán».[3]
El versículo: «No cabe duda de que eres de un carácter sublime y actúas por medio de un patrón sublime de conducta» (68: 4) muestra que la conducta incomparable del Profeta estaba basada en el Corán. Además de sus capacidades y sentidos internos y externos, y de los aspectos materiales e inmateriales de su creación y de su carácter, el Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, estaba dotado de todas las cualidades necesarias para ser el más avanzado y el mejor arquetipo de la virtud. Al desarrollar estas potencialidades al nivel más elevado posible, llegó a alcanzar el grado más alto de la perfección humana.
No contento con este estado y tal como dice el versículo: «Sin duda tenéis en el Mensajero de Dios un ejemplo excelente a seguir para quien anhela a Dios y el Día del Juicio Final, y recuerda y menciona a Dios en gran medida» (33:21), el Profeta ofreció el ejemplo más excelente a sus seguidores y, en consecuencia, los fue transformando de forma gradual hasta convertirlos en la comunidad más virtuosa que jamás haya existido. Con dichos como: «El de creencia más perfecta entre los creyentes es el de conducta más perfecta;[4] gracias a la buena conducta, un hombre podrá “recorrer” las “distancias” que no podría cubrir con los actos de adoración»;[5] y también: «La primera virtud que se pesará en la Balanza (en el Último Día) será la buena conducta»;[6] y al utilizar los principios perfectos y fructíferos que trajo para perfeccionar a la humanidad, guió a sus seguidores a los reinos donde viven los ángeles.
Las señales que indican que se tiene buen carácter se han resumido de la siguiente manera: la persona que posee esta cualidad no daña a nadie de acto o de palabra, pasa por alto a los que le causan algún perjuicio y los perdona, y devuelve bien por mal. El Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, que es alabado con el versículo: «No cabe duda de que eres de un carácter sublime y actúas por medio de un patrón sublime de conducta» (68: 4), es el ejemplo más perfecto de estas virtudes. No se sintió ofendido por el que se situó ante él y le dijo que fuera justo[7], ni por el que tiró de su manto por detrás con fuerza y le hizo daño[8], ni por el que le arrojó polvo a la cabeza y le insultó[9], o por aquel que calumnió a su inocente y amada esposa ‘A’isha.[10] Lo cierto es que visitó a cada uno de estos individuos cuando estuvieron enfermos[11] y acompañó sus cortejos fúnebres.[12] Todo esto lo hacía porque el buen carácter era una dimensión de su bendita existencia.
Hay mucha gente que parece tener buen carácter, sosegada y muy humana, a pesar de que su buena conducta y moderación no son más que mera afectación. Cuando experimentan un pequeño enojo, ira, o un trato un poco duro, entonces se desvela su verdadera naturaleza. El que tiene buen carácter no cambia sus modales; incluso cuando está en una situación infernal sigue siendo sosegado y no muestra irritabilidad. Un corazón abierto al buen carácter es como un espacio muy amplio en el que enterrar la ira y la furia. Los intolerantes e impacientes que muestran mala conducta son como Caín, más estúpidos que el cuervo, y no encuentran lugar donde enterrar su ira, su odio y sus resentimientos.[13]
Vamos a finalizar este tema con los versos siguientes:
Gracias al buen carácter la persona puede perfeccionarse.
Gracias al buen carácter se preserva el orden del mundo.
¡Dios mío! Te pido Tu perdón, salud, Tu complacencia, cuidado, brisas de paz y consuelo, y Tu amistad; y concede paz y bendiciones al que Tú has enviado como una misericordia para todos los mundos, y a su Familia, a los distinguidos.
[1] Para estos versos de Zuhayr ibn Abi Sulma véase, al-Hamawi, Hizananu’l-Adab, 2:492.
[2] Ibn Maya, «Zuhd», 31; Ibn Hanbal, Al-Musnad, 4: 278.
[3] Muslim, «Salatu’l-Musafirin», 139; Abu Dawud, «Salat», 316.
[4] At-Tirmizi, «Rada», 11; Abu Dawud, «Sunna», 16.
[5] At-Tabarani, Al-Mu‘yamu’l-Kabir, 1:260; Al-Mu‘yamu’l-Awsat,, 6/236.
[6] Ibn Abi Shayba, Al-Musannaf, 5: 212; At-Tabarani, Ibíd., 24: 253.
[7] Al-Bujari, «Adab», 95; Muslim, «Zakat», 142.
[8] Al-Bujari, «Fardu’l-Jumus,», 19; Muslim, «Zakat», 142.
[9] Al-Bujari, Tariju’l-Kabir, 8:14; At-Tabarani, Ibíd., 20: 342.
[10] Al-Bujari, «Shahada», 15; Muslim, «Tawba», 56.
[11] Abu Dawud, «Yana’iz», 4; Ibn Hanbal, Al-Musnad, 5: 201.
[12] Al-Bujari, «Tafsiru Sura 9», 12; Muslim, «Munafiqun», 3.
[13] Referencia al Corán 5: 31. Caín es el hijo del profeta Adán que mató a su hermano Abel.
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