Los puntos esenciales de la buena educación
Un educador verdadero debe tener varias virtudes, entre ellas se encuentran las siguientes:
Primero: Otorgar la importancia debida a todos los aspectos de la mente y del espíritu de una persona, alzándolos hacia su perfección ideal. El Corán menciona «el yo carnal que ordena lo maligno» que arrastra a la gente como bestias con sogas alrededor del cuello dondequiera que desee llevarlos y los provoca para que obedezcan sus deseos corporales. En efecto, «el yo carnal que ordena lo maligno» quiere que la gente ignore la capacidad otorgada por Dios para elevar sus sentimientos, pensamientos y espíritus.
El Corán cita al profeta José diciendo: ...sin duda alguna el alma humana siempre ordena el mal, salvo que mi Señor tenga misericordia... (12:53). «El yo maligno» es inherente a la naturaleza del «yo». Sin embargo, por la veneración y la disciplina, el «yo» puede ser elevado a rangos más altos, a una posición donde se acuse a sí mismo por sus maldades y defectos (75:2), y después todavía más alto donde Dios le dice: «¡Oh tú alma que está en reposo (contenta con las verdades de la fe y las órdenes de Dios y Su trato con Sus criaturas)! Regresa a tu Señor, complacida (con Él y Su trato contigo), y digna de Su complacencia» (89:27-28).
Aquel alma perfectamente purificada es más elevada que el «alma» en reposo. Aquellos que alcanzan este grado de elevación son los más cercanos a Dios. Cuando los miráis recordáis a Dios, porque ellos se parecen a espejos pulidos en los que todos Sus atributos se reflejan. El deseo de los Compañeros de seguir la educación proporcionada por el profeta Muhammad les permitió a casi todos ellos alcanzar este grado de perfección moral y espiritual; millones de personas han seguido y continúan siguiendo su ejemplo.
Segundo: Un sistema educativo se juzga por su universalidad, amplitud de conocimientos y la calidad de sus estudiantes. Los estudiantes del Profeta estaban preparados para llevar este Mensaje a todo el mundo. El mensaje que transmitieron, siendo universal por naturaleza y válido para todos los tiempos y lugares, encontró una predisposición entre gentes de razas diferentes, de pasado religioso y niveles intelectuales muy diversos y distantes en el tiempo, desde el Marruecos actual y España hasta Filipinas, desde las estepas rusas hasta el corazón de África. Sus principios todavía son válidos. A pesar de las numerosas agitaciones y cambios, así como las revoluciones sociales, económicas, intelectuales, científicas y tecnológicas, su sistema sigue siendo el único y original, de modo que es la esperanza del futuro de la humanidad.
Tercero: Un sistema educativo es juzgado por su capacidad de transformar a sus estudiantes. El ejemplo de fumar fue mencionado antes para destacar el hecho del modo en que el Islam y su divulgación por parte del Profeta transformaron a las tribus de Arabia en algo totalmente distinto de lo que eran en el corto plazo de dos o tres décadas. A aquellos que niegan o dudan de su Misión Profética, les desafiamos a ir a cualquier parte del mundo y llevar a cabo, en cien años, hasta la centésima parte de lo que él realizó en los desiertos de Arabia hace mil cuatrocientos años. Dejémosles reunir a todos los expertos que puedan juntar, y luego esperaremos sus resultados.
Cuando el profeta Muhammad transmitía el Mensaje, Arabia estaba aislada de sus vecinos por enormes desiertos. En términos de vida cultural, intelectual y moral, con justicia podría ser considerada una de las zonas más atrasadas del mundo. Jiyaz, región donde están ubicadas las ciudades de La Meca y Medina, no había experimentado ninguna evolución social y no había alcanzado ningún desarrollo intelectual digno de mencionar. Dominados por supersticiones, bárbaras y violentas costumbres, y modelos morales degradados, la gente vivía en el salvajismo. Se emborrachaban, jugaban y se complacían de todo lo que hasta sociedades mediocres consideran actividades sexuales inmorales. Las prostitutas anunciaban sus servicios colgando una bandera sobre las puertas de sus casas.[277]
Era una tierra sin leyes ni gobierno. El poderoso siempre era el que tenía razón, como lo es en muchas partes hoy en día, y el saqueo, el incendio intencionado y el asesinato eran muy comunes. Cualquier incidente trivial podría provocar la enemistad entre las tribus, que a veces se convertía en guerras por toda la península.
Así eran los individuos entre quienes apareció el profeta Muhammad. Con el Mensaje que él transmitió de Dios y su modo de predicarlo, erradicó el barbarismo y el salvajismo, embelleció los pueblos salvajes e inflexibles de Arabia con las virtudes dignas de elogio, y los convirtió en los maestros del mundo. Su dominación no era física o militar; sino más bien, él triunfó y los subyugó siendo el amado de sus corazones, el maestro de sus mentes, el guía de sus almas y el regulador de sus espíritus. Erradicó sus cualidades más bajas, implantó e inculcó en los corazones de sus seguidores exaltadas cualidades de tal modo que se convirtieran en una segunda naturaleza para todos sus seguidores.
Pero esta transformación no fue limitada sólo a la gente de su propio tiempo y lugar, ya que este proceso continua incluso hoy dondequiera que su Mensaje se extienda; fue rápidamente aceptado en Arabia, Siria, Irak, Persia, Egipto, África del Norte y España en su primera expansión, y con la única excepción de la brillante civilización de la España islámica, ahora desaparecida, nunca ha cedido terreno. Ya que una vez que apareció, nunca dejará de extenderse.[278]
Muchos individuos renombrados mundialmente han sido educados en la escuela de Muhammad. Seguramente, nos encontramos con un gran número de grandes figuras históricas en otras escuelas de la educación también. Dios ha honrado a la humanidad con grandes héroes, estadistas eminentes, comandantes invencibles, mágnificos santos, y grandes científicos. Sin embargo, la mayor parte de ellos no han dejado una huella profunda en más de uno o dos aspectos de la vida humana, ya que ellos se limitan a determinadas áreas del conocimiento o la espiritualidad.
Pero como el Islam es un camino Divino para todos los campos de la vida, un sistema Divino que abarca todos los aspectos de la vida —«como una obra perfecta de arquitectura donde todas las partes son armoniosamente concebidas para complementarse y apoyarse las unas a las otras, nada falla con el resultado de un equilibrio absoluto y sólida calma» según Muhammad Asad[279], un judío converso— sus estudiantes por lo general combinaban dentro de ellos lo espiritual y lo racional, lo intelectual y lo material, lo mundano con lo desapegado del mundo, lo ideal con lo verdadero y lo científico con lo revelado por Dios.
Desde sus comienzos, el Islam abolió conflictos tribales y condenó la discriminación racial y étnica. El Profeta pone a los jefes quraishíes bajo las órdenes de Zayd —un esclavo emancipado de color—, entre pueblos conquistados aparecieron innumerables eruditos y científicos, comandantes y santos. Entre ellos estaba Tariq ibn Ziyad, un esclavo emancipado bereber que conquistó España con noventa mil valientes guerreros y estableció la base de una de las civilizaciones más espléndidas de la historia mundial. Después de esa victoria, fue al lugar donde el tesoro del rey derrotado fue guardado. Y se dijo a sí mismo:
Ten cuidado, Tariq. Ayer eras un esclavo con una cadena alrededor de tu cuello. Dios te emancipó y hoy eres un victorioso comandante. Sin embargo, mañana te convertirás en la carne que se pudre bajo la tierra. Finalmente, vendrá un día en el que comparecerás ante la Presencia de Dios.
El mundo y su pompa no pudieron atraerlo y él siguió viviendo una vida muy sencilla. ¿Qué tipo de educación podría transformar a un esclavo en una persona tan digna y honorable?
Sin embargo, su conquista del reino visigodo en España no fue su verdadera victoria. Ésta vino cuando él estuvo de pie ante el tesoro del rey visigodo y recordó que un día moriría y entraría en la Presencia de Dios. A consecuencia de este consejo a sí mismo, no tomó nada del tesoro para sí mismo.
Uqba ibn Nafi era otro gran comandante que conquistó el norte de África y alcanzó la costa atlántica. Permaneció inmóvil ante el gran océano y dijo: «Oh Dios, si este mar de la oscuridad no apareciera delante de mí, divulgaría Tu Nombre, la fuente de luz, a las esquinas más remotas del mundo».[280]
Antes de su conversión, Abdullah ibn Masud cuidaba de las ovejas de Ukba ibn Abi Muayt. Era un hombre pequeño y débil al que todo el mundo ignoraba.[281] Sin embargo, después de hacerse musulmán se convirtió en uno de los mayores Compañeros. Durante su califato, ‘Umar lo mandó a Kufa como maestro. En el clima erudito que él estableció allí, crecieron las mayores figuras de la jurisprudencia islámica, entre ellos están Alqama, Ibrahim al-Najai, Hammad ibn abi Sulayman, Sufyan al-Zawri y sobre todo Imam Abu Hanifa, el fundador de la escuela islámica jurídica más grande.
Ikrima era el hijo de Abu Yahl, el líder cruel e inflexible de los incrédulos quraishíes. Por fin después de la conquista de La Meca, se convirtió al Islam. Este evento lo cambió tanto que entregó su alma como mártir tres años más tarde en la Batalla de Yarmuk donde su hijo, Amir, alcanzó el martirio junto con él.
Hansa era una de las mejores poetisas en la época anterior al Islam. Después de abrazar el Islam, dejó la poesía porque, como decía: «Mientras tenemos el Corán, no puedo escribir poemas». Perdió a sus cuatro hijos en la Batalla de Qadisiyya. Esta gran mujer que había lamentado la muerte de su hermano antes de la aparición del Islam con un gran poema, no lamentó esta pérdida ahora. En cambio, hizo más profunda su sumisión a Dios y sólo dijo: «Oh Dios, todas las alabanzas son para Ti. Me has otorgado mientras estoy viva la posibilidad de ofrecerte como mártires a los cuatro hijos que Tú me diste».[282]
La escuela del profeta Muhammad también produjo las reglas más justas de la historia. Además de ‘Uzman, ‘Ali y muchas más personas, ‘Umar ha sido reconocido en casi todas las épocas como uno de los más justos y grandes gobernantes del mundo.
Él solía decir: «Si una oveja se cae de un puente en el río Eufrates y muere, Dios me llamará para dar cuenta de ella en el Día del Juicio Final».[283] Cuando comparáis al pagano ‘Umar con el ‘Umar musulmán, veréis fácilmente el marcado contraste entre los dos y entenderéis cómo el Islam cambia radicalmente a las personas.
[277] Bujari, «Nikah», 36; Abu Davud, «Talaq», 33.
[278] Un escritor occidental del S. XIX anota sus impresiones acerca de la influencia de los valores morales islámicos sobre los africanos: «En cuanto a los efectos del Islam que fue abrazado por primera vez por una tribu de raza negra, ¿puede haber, a simple vista, alguna duda razonable? El politeísmo desapareció casi al instante; la hechicería, con sus males añadidos, gradualmente se desvaneció; el sacrificio humano se quedó en el pasado. La elevación general de la moral es más señalada; los nativos comienzan por primera vez en su historia a vestirse y lo hacen con esmero. La suciedad inmunda es sustituida por un poco de acercamiento a la limpieza personal; la hospitalidad se hace un deber religioso; la embriaguez, en lugar de la norma, se hace una excepción comparativamente rara. La castidad fue considerada como una de las más altas virtudes del hombre. La ociosidad que degrada esa elevación, da marcha atrás. Las ofensas son de ahí en adelante medidas por un código escrito en vez del capricho arbitrario de un jefe,—como todos aceptarán— que es de una importancia enorme en el progreso de una tribu. Las mezquitas dan una idea de la arquitectura más elevada que cualquier raza negra había tenido hasta entonces. Una sed por la literatura fue creada y también por las obras de ciencia y filosofía así como por los comentarios del Corán». (Waitz citado por B. Smith, «Muhammad y Muhammadanismo», 42-3)
[279] Al-Ezzati, Una Introducción a la Historia de la divulgación del Islam.
[280] Ibn al-Azir, Al-Kamil fi al-Tarij, 4:106
[281] Kufa, una ciudad muy famosa en los primeros tiempos de la historia del Islam, está localizada en el brazo occidental del río Eufrates, al sur de las ruinas de Babel (Irak). (Nota del traductor)
[282] Ibn al-Azir, Usd al-Ghaba, 7:88-90; Ibn Hajar, Al-Isaba, 4:287.
[283] Tabari, Tarij, 5:195; Ibn Sad, «Tabaqat», 3:305; Abu Nu’aym, «Hilya», 1:53.
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