¿No tiene el Movimiento un carácter antagónico?
No. Es posible que la acción colectiva del Movimiento haga presión sobre el escenario político, pero esta presión no se orienta a las reivindicaciones ni es antagónica. En el Movimiento surge la dimensión del ofrecimiento, un tipo de acción que desarrolla y anticipa nuevos modelos de racionalidad social. Esta acción se centra en los códigos culturales, y no en la confrontación o el conflicto con el sistema político. Permite que la gente corriente recupere la responsabilidad mediante una serie de diversas funciones de servicio a la sociedad. De hecho, la identidad misma del Movimiento depende de que consiga proporcionar servicios a las comunidades.
Los principios y metas de Hizmet no permiten ninguna clase de movilización agresiva o no-institucionalizada. El Movimiento no consiente exigencias o expectativas inviables o incompatibles, o una transgresión de los límites —tanto en el ámbito turco como en el internacional— que pueda desencadenar un conflicto. Se anima a los participantes en el Movimiento a reflexionar sobre su actuación y a valorarla en situaciones y momentos diferentes; existe un proceso abierto de cálculo de costes y beneficios, de medición de esfuerzo y resultados, que les permite criticar y corregir planteamientos, predecir posibles resultados, aprender de los errores, etc. De esta forma, las instituciones, los servicios que se prestan y su éxito, no pertenecen a ningún individuo concreto, sino que siguen orientados al exterior, al mundo real.
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